sábado, 26 de mayo de 2012

Soledad.

La soledad arrecia. Chirivitas centelleantes de culpabilidad rodean mi alma. Placeres inocuos, ilusiones que se evaporan en un instante. Ojos que aguardan serenos la llegada del llanto. 
La locura, que te invita a bailar con ojos que demuestran lascivia. Gritos lastimeros que no cesan, el deseo de volver atrás hiere mis entrañas. La tristeza se vuelve seductora. 
El futuro, ante mis ojos, se torna oscuro. Cada paso que doy me guía al precipicio. Ofrecerle mi alma al diablo, aunque sucia, no merece otra cosa. El recuerdo de tiempos mejores sesga mi mente. 
Cada noche, una muerte. Busco esa luz cegadora y hermosa que me indique que las cosas cambian, pero cada día, todo se oscurece, más y más. Se quiebra el ocaso. 
Miro adelante, fuego en el estómago, ira en mis ojos. Estoy perdido, y ya no existen caminos.

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