sábado, 7 de febrero de 2015

Amor

Amor, palabra sencilla y compleja al mismo tiempo, ¿pues no es el amor un eterno juego de azar y contradicción? Una partida de sentimientos que casan y compiten entre sí a cada instante, el equilibrio en la adversidad. El amor es el inagotable oscilar del péndulo humano, el motor del éxito y la felicidad. El amor se encuentra atrapado en cada sonrisa, en cada gesto amable, en cada muestra de humildad. Acariciar con suavidad las curvas de tu espalda, abrigados bajo una tenue luz en la oscuridad, eso es el amor. Enterrar los pies en la fría arena virgen, bajo un manto de estrellas que explotan en el firmamento. La soberbia de tus gestos, el milagro de tu desnudez. El inconquistable secreto de tu conciencia, tu espíritu ingobernable. Eso, sin ninguna duda, es el amor.


Una virtud abstracta que alza su estandarte en nuestra existencia, y se refleja en lo genuino, en quienes irradian pureza y bondad. Hay quienes dicen que la felicidad está hecha del material con el que se teje el amor. Yo encontré la felicidad en la forma de una incógnita, que atrapa hasta el último de mis sentidos, que dilata mis pupilas cuando huelo su aroma. Una incógnita que endulza mis oídos y humedece mis ojos a cada palabra que pronuncia, que ondea su melena al viento y reluce hasta el punto de enmudecer al sol.


Su cuerpo de porcelana y su mirada ardiente, su piel delicada y su figura firme, no son más que un hermoso caparazón que encierra lo más genuino, único e incomparable que calquiera pueda soñar. Mi único deseo es continuar admirando a esta incógnita, tratando humildemente de encontrar significado a tan inenarrable perfección.

Una incógnita con nombre y apellidos a la que prometí dedicar mi tiempo y esfuerzo, ¿pues no es a caso la vida una eterna búsqueda de respuestas?